"El silencio, a veces, es un aliado. La gente suele pensar que es un enemigo, que cuando callamos más de lo que decimos estamos en peligro, que las relaciones han de basarse en la confianza y que la confianza se manifiesta sólo con las palabras. Te quiero, te creo, te necesito. Que la sinceridad es una virtud. Eso piensan. Están en un error. No siempre hablar es bueno. No siempre callar es malo. No todo lo que se dice es siempre verdad. No todo lo que se escucha hace siempre bien. Pasa lo mismo con el silencio que con la sinceridad: queremos controlarlo too, queremos que nos digan la verdad, que no nos engañen, y no nos damos cuenta de que casi siempre es peor conocer que ignorar"
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"Pobre y honesto Juan Carlos, que al final siempre me hacía comprender que muchas veces la valentía es simplemente temeridad, egoísmo en estado puro, que el que pasa por valiente no es más que el que toma las decisiones precipitadas, el que no le da ninguna importancia a los sentimientos de los demás. La cobardía, ay, la cobardía, en cambio, no es tan mala como puede parecer a simple vista.
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"¿Crees que serías tú feliz si me fuera? ¿Qué harías tú, en Londres, con un taxista que nunca ha salido de Valencia?
-Quererte. Ser feliz. Enfadarme contigo. Cocinar para ti. Comer lo que tú cocines. Escucharte refunfuñar. Contarte como empecé en el Restaurant. Salir al cine. Refunfuñar yo también. Escuchar cómo me cuentas de tu vida. Quedarnos en casa. Ir a la opera o a ver un musical. Reír contigo. Odiarte. Preguntarme como es posible que pueda haberte querido tanto. Oír música. Pedirte perdón. Viajar. Cuidarte cuando estás enfermo. Leer. Dejarme cuidar por ti cuando yo esté enferma. Verte envejecer. Hacerme vieja. Decirte todas las cosas que llevo años pensando. Vivir. Quererte. Vente conmigo.
-No sigas. No puedo.. Siempre me reprocharía haber abandonado a mi familia.
-¿Y no te reprochas abandonarme a mi?
-A ti no te abandono... siempre estoy aquí cuando vienes, aunque tardes en volver."
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"No puedo hacer otra cosa porque yo, a Juan Carlos, le he querido siempre. Siempre. No ha pasado un minuto sin que le quisiera, aún en los peores momentos. Le quería cuando él no me quería a mi, cuando me iba queriendo poco a poco, cuando me quiso, cuando dejó de quererme. Le quería cuando sabía que lo nuestro iba a empezar y cuando comprendía que estaba terminando. Le quería en los buenos ratos y en los enfados. Le quería. Le quiero. Por eso te odio. Porque le quiero."
Como dije, estas no son mis palabras, son prestadas, quizás, me estoy quedando sin ellas.
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